lunes, 30 de julio de 2007

La alegre historia del primer año de la niña Valeria, su padre golpeado con ojeras y la espalda rota y su madre desquiciada

Te he vivido intensamente, eso es. Y es que mi vida nunca ha tenido mayor sentido que ahora, cuando todo el día tengo la ilusión de manejar un par de cuadras contigo a un lado, en tu silla de bebé, mientras te quitas los calcetines o me avientas cuanto tienes a la mano; y luego llegar a la casa, pelear para que cenes sin tirar todo al piso, y finalmente sentarnos en el sofá rojo viendo Los Simpson hasta que las fuerzas del día se te acaban y recargas tu cabeza en mi pecho para dormir… y es entonces cuando me siento más útil, cuando me siento más dichoso.

Muchas veces cuando estás dormida te cuento cosas (perdóname por molestar tu sueño), te digo lo que siento y te pido que no crezcas rápido porque me aterra pensar que un día tengamos que separarnos. Otras veces sólo te miro y de pronto dibujas una sonrisa en tu cara.

Tú me has hecho mejor persona, con tu llanto, con tu risa, tu no dejarnos dormir, tu terquedad por que tu padre te tome de las manos mientras caminas y me rompes la espalda, los golpes que con intención y sin intención me das, tu pelear cada vez que te doy de comer y con la forma en que luego desesperas a tu madre.

Vale, te espera una vida: habrá música, habrá chocolates (acuérdate de lo que siempre te digo), habrá juegos y juguetes, habrá amistad y te juro que siempre habrá el amor de tus padres que se vuelven locos por ver otra sonrisa en ti. Te amo.

lunes, 23 de julio de 2007

Para mis amigos... donde anden

Hace unos días Guadalupe M posteó algo me hizo recordar... pero a veces quisiera olvidarlo. Este post va para mis amigos, estén donde estén.

Ese día fui a Av. del Imán para enterarme de lo que marcaría el destino por el resto de mi vida. Sí, la hoja con el sello de la UNAM decía Ciencias de la Comunicación en CU, justo lo que deseaba desde tiempo atrás, sin embargo ese día nublado no podía celebrar.

Tomé mis documentos y salí corriendo para despedirme de mi amigo, mi carnal Julio, en medio de lágrimas. Llegaron viejos conocidos del CCH Vallejo, al cual íbamos juntos, él algunas generaciones antes que yo. No lloré, o no lo recuerdo, sólo clavé mi mirada en su hermana destrozada por el dolor.

Un día antes ya me había despedido del Yopi, de su intento de cabello largo y de su sonrisa tan sincera.

...Apenas hace unos días se cumplió un año más, ya no sé cuantos, pero recordarlo me trae imágenes a la mente que sé me acompañarán durante toda mi vida y mi muerte.

Por qué solté las llaves de la camioneta, eso hubiera cambiado todo. Aún hay noches que las sueño en la palma de mi mano. No me siento culpable, pero duele.

Por qué les grité: "esta vez no iré a rescatarlos" mientras arrancaban a toda velocidad. Amigos, sí intenté ayudarlos pero llegué muy tarde.

Por qué no corrí más rápido tras de ellos cuando pasaron por mi casa.

Y luego yo encerrado en el carro de mis padres fuera de control.

Ya son tantos años... tantos. Y aún cuando paso por esa esquina donde la camioneta quedó volcada puedo recrear la imagen, con toda la gente morbosa alrededor y yo mentándoles la madre, y luego lo más difícil: ver como se iba la ambulancia con mi carnal en ella, lo último que escuché de él fueron gritos... y tapar al Yopi con una sábana sucia mientras me despedía, él ya no me escuchó.

Amigos, nunca se los dije y no lo haré ahora, sólo espero que lo sepan.